Así cada mañana de mi vida trigo del sueño otro sueño. Pablo Neruda












Así cada mañana de mi vida traigo del sueño otro



sueño
. Pablo Neruda








lunes, 25 de julio de 2011

Un magnifico texto del maestro Wassily Kandinsky

Negro y violeta (1924) de Kandinsky


Wassily
Kandinsky  
de lo espiritual
en el arte
CAPITULO IV. LOS EFECTOS DEL COLOR
Al contemplar una paleta llena de coloresobtendremos dos resultados:
1.—Un efecto puramente físico: la fascinación por la belleza y las cualidades del color. El espectador podrá sentir o bien una satisfacción y una alegría semejantes a las del sibarita cuando disfruta de un buen manjar, o bien una excitación como la del paladar ante un manjar picante. Luego se sosiega y la sensación desaparece, como tras haber tocado hielo con los dedos. Se trata pues de sensaciones físicas que, como tales, son de corta duración, superficiales y no dejan una impresión permanente en el alma. De la misma forma que al tocar el hielo sólo se siente el frío físico y se olvida esta sensación cuando el dedo se calienta de nuevo, así
desaparece el efecto físico del color al apartarla vista. Y así como la sensación física del hielo frío puede ser más penetrante, despertar sensaciones más profundas y provocar una serie de vivencias psicológicas, la impresión superficial del color tambien puede convertirse en vivencia.
Los objetos habituales son los unicos que tienen efectos superficiales en una persona medianamente sensible. Los objetos que percibimos por primera vez nos producen una impresión psicológica. El niño, como todoes nuevo para él, percibe así el mundo. Ve la llama y se siente atraído por ella, al querer tocarla se quema, y le producirá miedo y respeto en lo sucesivo. Luego aprenderá que el fuego posee cualidades útiles además de las peligrosas, que elimina la oscuridad y alarga el día, que calienta y hace la comida, aparte de ser un divertido espectáculo. Tras realizar estas experiencias se sabe lo que es el fuego y este conocimiento queda integrado en la mente. El interés y la curiosidad
desaparecen, y las cualidades que posee como espectáculo no encuentran más que indiferencia. Así es como el mundo va perdiendo su misterio. Sabemos que los árboles dan sombra, que los caballos y los coches corren, que los perros muerden, que la luna está muy lejos y que la imagen del espejo no es real.
A medida que el ser humano se desarrolla, aumenta el número de cualidades que atribuye a los objetos y los seres. Cuando se alcanza un alto nivel de desarrollo de la
sensibilidad, los objetos y los seres adquieren un valor interior y, por último, hasta un sonido interno. Lo mismo sucede con el color, que cuando el nivel de sensibilidad
no es muy alto únicamente produce un efecto superficial, que desaparece al desaparecer el estímulo. Aunque también  a este nivel se tenga que matizar. Por ejemplo, los colores claros atraen la vista con una intensidad y una fuerza que es mayor aún en los colores cálidos; el bermellón atrae y excita como la llama, a la que se contempla con avidez. El estridente amarillo limón duele a la vista como el tono alto de una trompeta al oído, la mirada no podrá fijarse y buscará la calma profunda del azul o el verde. En un nivel de sensibilidad superior, este efecto elemental trae consigo otro más profundo: una conmoción emocional. Entramos en la consideración de.
2.—el efecto psicológico producido por el color. La fuerza psicológica del color
provoca una vibración anímica. La fuerza física elemental es la vía por la que el color
llega al alma.
Cabe plantearse si este segundo efecto es realmente directo, como suponemos más
arriba, o se produce por asociación. Al estar el alma inseparablemente unida al cuerpo, es posible que una conmoción psíquica provoque otra correspondiente por asociación. Por ejemplo, el color rojo puede provocar una vibración anímica parecida a la del fuego, con el que se le asocia comúnmente. El rojo cálido quizá sea excitante, hasta el punto de que puede ser doloroso, por su parecido con la sangre. El color, en este caso, recuerda a otro agente físico que produce un efecto psíquico doloroso.
Si esto fuera así, podríamos explicar sin dificultad, mediante la asociación, los efectos
físicos del color no sólo sobre el sentido de la vista, sino también sobre los de más sentidos. Podríamos deducir, por ejemplo, que el amarillo claro produce una sensación
ácida por asociación con el limón.
Sin embargo, no es posible generalizar este razonamiento. Respecto al sabor del color, concretamente, hay varios ejemplos en los que no se puede aplicar. Un médico de
Dresde cuenta que uno de sus pacientes, al que describe como una persona de un
nivel intelectual extraordinariamente alto, tenía la sensación de que una determinada
salsa sabía azul, es decir, la sentía como el color azul (20). Una explicación, parecida
pero diferente, sería que, precisamente en los seres más sensibles, los accesos al alma
son tan directos y las impresiones sobre ésta tan inmediatas, que el sabor le alcanza
inmediatamente produciendo vibraciones en las vías que la unen con otros órganos
sensoriales (en este caso el ojo). Sería una especie de eco o resonancia como la que se
produce en aquellos instrumentos musicales que sin ser tocados directamente vibran al
unísono con otro.
Los seres tan sensibles serían como los buenos violines muy usados, que con cada
ligero contacto del arco vibran en todas sus partes y partículas. Si se acepta esta explicación, tendremos que admitir también que la vista no sólo está en relación con el sabor, sino también con todos los demás sentidos. Y así ocurre, en efecto. Algunos colores parecen ásperos y erizados, y otros son como pulidos y aterciopelados e invitan a la caricia (como el azul ultramarino oscuro, el verde óxido de cromo, el barniz de granza). Hay colores que parecen blandos (el barniz de granza) y otros que parecen tan duros (el verde cobalto, el óxido verde-azul) que al salir del tubo ya parecen secos. Es corriente, por otra parte, la expresión colores fragantes.
Finalmente, la cualidad acústica de los colores es tan concreta, que a nadie se le
ocurriría reproducir la impresión que produce el amarillo claro sobre las teclas bajas del piano, o describir el barniz de granza oscurocomo una voz de soprano (21).
Sin embargo, esta explicación, que en el fondo está basada en la asociación, no será
suficiente en algunos casos que nos parecen muy importantes. Quien haya oído hablar de la Cromoterapia sabe que la luz de color puede producir determinados efectos en el cuerpo. Se ha intentado aprovechar esta fuerza del color en el tratamiento de diversas enfermedades nerviosas, y se ha constatado que la luz roja estimula el corazón mientras que el azul puede producir una parálisis momentánea. Si se pudieran
observar efectos parecidos sobre los animales, o incluso las plantas, quedaría
invalidada la argumentación por asociación.
Esto demuestra, en cualquier caso, que el color tiene una fuerza enorme pero poco
estudiada, y que puede influir sobre el cuerpo humano en tanto que organismo físico.
La asociación, insuficiente como explicación, no nos bastará para comprender el
efecto del color sobre la psique. En general, el color es un medio para ejercer una
influencia directa sobre el alma. El color es la tecla, el ojo el macuto, y el alma es
el piano con sus cuerdas. El artista es la mano que, mediante una u otra tecla, hace
vibrar adecuadamente el alma humana.
La armonía de los colores debe fundarse únicamente en el principio del contacto
adecuado con el alma humana, es decir, en lo que llamaremos el principio de la necesidad interior.





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